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Exposición escrita de la diputada Gloría Rodríguez sobre la violencia en el fútbol

Montevideo, 29 de noviembre de 2016

 

 

 

 

Sr. Presidente de la

Cámara de Representantes

Diputado Gerardo Amarilla

Presente.-

De mi mayor consideración:

Amparada en las facultades que me confieren el artículo 155 del Reglamento del Cuerpo, solicito a Ud. tenga bien cursar a Presidencia de la República, Directorio del Partido Nacional y a todos los partidos políticos, Instituto Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia de la República, Ministerio de Educación y Cultura y por su intermedio a ANEP y CODICEN, Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio del Trabajo y la Seguridad Social, Ministerio del Interior, al Ministerio de Desarrollo Social y por su intermedio al Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay, Ministerio de Salud Pública, UDELAR, UNICEF Uruguay, a la Asociación Uruguaya de Futbol (AUF), a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes, a la Comisión Especial de Deportes de la Cámara de representantes, Instituto de Formación Docente, a la Intendencia de Montevideo, así como a todas las Intendencias y Juntas Departamentales y a todos los medios de prensa de Uruguay la siguiente:

           

                                                           EXPOSICIÓN ESCRITA

 

Los acontecimientos ocurridos el pasado domingo 27 de noviembre en el Estadio Centenario hacen claro el diagnóstico que tantas veces anunciamos sobre el estado calamitoso que se vive respecto a la violencia en el fútbol.

No es que seamos adivinos o profetas, ni nada que se le parezca, de hecho toda la sociedad lo venía advirtiendo, únicamente el gobierno parecía ser quien lo negaba a pesar de que toda la evidencia se encontraba en frente de sus ojos, pero como todos sabemos, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Con esa venda en los ojos y tapones en los oídos; se hace imposible dirigir a la opinión pública, por el contrario, es la opinión pública la que marca la agenda ante la omisión, ante la no asunción de responsabilidades, ante la inmadurez del gobierno de turno.

En una sociedad fragmentada, dividida, con una intolerancia en incremento que naturalmente deviene en una violencia irrefrenable, asistir a un acto tan uruguayo, tan familiar, como es un partido de fútbol en el Centenario, envuelve hoy en día un peligro de muerte, una elección poco inteligente, en definitiva, deja de ser realmente una opción.

 

 

 

 

 

Coartadas nuestras libertades en los hechos por estas personas violentas y, ante una evidente irresponsabilidad por parte de la Secretaría de Estado que debería corregir y encargarse de ello, arrojar garrafas con intención de matar no es otra cosa más que la expresión de algunos integrantes de nuestra sociedad acerca de que el Estado no fue ni es capaz de garantizar patrones mínimos de bienestar, de seguridad, es incapaz de defender los Derechos Humanos consagrados en nuestra Constitución.

Más allá de lo vergonzoso que resulta a nivel nacional e internacional que la actividad futbolística sea dirigida por individuos con conductas criminales, esta violencia no limita su esfera de acción a las canchas, sino que sale a la calle a lucir en toda su extensión las amenazas incipientes de los sectores relegados, que no tienen nada que perder y con esa mentalidad viven diariamente en el Uruguay.

Esta psicosis en la que; lo queramos aceptar o no, nos vemos involucrados como grupo social, dicta nuestra realiadad y hace cada vez más dificultoso convivir con nuestros pares, resulta ilusorio pensar lo contrario, característico de una persona que vive en dos mundos totalmente separados, uno que cree ser el que existe, y otro que denuncia la cruda realidad, desnuda nuestras más profundas carencias, nuestros errores más graves.

El balance en las políticas de seguridad es a todas luces muy negativo, no alcanzó la meta de reducir el delito, independientemente del giro hacia un discurso punitivo que se ha tratado y el Presidente trata de dar tras este episodio, no logra el objetivo de desviar nuestra atención acerca de que el nivel de aprobación de la gestión del Ministerio del Interior no ha cambiado desde el primer gobierno de Vázquez, de que en los hechos nada ha cambiado.

En un país en el cual una de las principales preocupaciones de los uruguayos es precisamente la seguridad, es irresponsable mirar hacia el costado cuando son estos lamentables hechos los que marcan la agenda pública. Ha quedado de manifiesto que, volcando todo lo que se volcó del presupuesto para afrontar estos problemas, el gobierno no sabe o no es capaz de tomar al toro por las astas.

 

Sin otro particular, saluda al Sr. Presidente con su más alta estima y consideración,

 

 

 

Gloria Rodríguez Santo

Representante Nacional                      

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