Nuevamente nos alcanza el 21 de marzo, y lo que solemos hacer es un balance acerca de si realmente estamos cumpliendo con nuestra palabra, si hemos removido de la humanidad los crímenes de odio, si superamos las discriminaciones injustificadas para tenderle una mano solidaria al prójimo.
Somos conscientes de que estamos todavía lejos de alcanzar un mundo ideal.
En Uruguay los crímenes de odio se continúan suscitando y con más frecuencia, sea por razones de género, de color de piel de religión, debemos de admitir que nuestros avances en la materia son limitados, paulatinos y lentos.
Aún habiendo ratificado la “Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial”, así como habiendo promulgado la Ley Nº 17.817 de “Lucha Contra el Racismo, la Xenofobia y la Discriminación”, declarando a la misma de interés nacional, el Uruguay tiene todavía un extenso camino por recorrer hacia la efectiva erradicación del racismo y la discriminación.
No obstante, ello no es motivo para bajar los brazos ni mucho menos rendirse frente a aquellos que pretenden infundir odio y temor con sus actos.
Si bien no todos los Derechos Humanos son respetados en mi tierra, y demasiada gente sufre abusos que chocan con las normas de convivencia más básicas, este 21 de marzo hemos de redoblar la lucha por erradicar toda forma de racismo, discriminación, xenofobia y cualquier otra expresión que promueva el odio.
Con enorme preocupación observamos como ciertos fenómenos promueven la desintegración social, como si de una guerra se tratase, cuando basta leer un poco de historia para identificar las atroces consecuencias que de ello se derivan.
Este 21 de marzo luchamos activamente por la libertad, un valor de vital importancia, pero una libertad integral que todavía no podemos afirmar la estemos disfrutando en su plenitud.
Una libertad que se ve acotada con cada frase discriminatoria, con cada crimen de lesa humanidad, con cada víctima de violencia doméstica, violencia de género, lo que incrementa nuestro desafío.
Desarrollamos una labor que intenta con responsabilidad y la mejor energía representar la voz de todas aquellas personas que fueron, son o serán víctimas de palabras de odio, de discriminación, de racismo, de xenofobia…
Una labor orientada a asegurar las necesarias libertad, equidad y justicia social. Principios para nosotros IRRENUNCIABLES.
No alcanzaremos una paz duradera mientras hermanas y hermanos uruguayos alberguen el temor en sus corazones de que quizás mañana se vean violentados en sus derechos por una persona marcada por el odio y menosprecio hacia el prójimo.
Nos queda mucho por hacer. Pero este camino lo debemos recorrer juntos, hombres y mujeres de buena voluntad, pues él constituye la esperanza en una inaplazable e imperiosa búsqueda de justicia social.
Invitamos a nuestros Compatriotas a transmitir un claro mensaje al mundo entero:
NO MÁS DISCRIMINACIÓN!