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Aniversario Luis Alberto de Herrera

22 de Julio 2019

PALABRAS DE LA DIPUTADA GLORIA RODRÍGUEZ EN LA CONMEMORACIÓN DEL ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL DR LUIS ALBERTO DE HERRERA.

Como cada 22 de julio nos reunimos en este lugar para conmemorar un nuevo aniversario del nacimiento del Dr Luis Alberto de Herrera.
Sintetizar una vida que dio tanto al país en lo político, en lo intelectual, en lo estratégico, sería una tarea imposible y, por lo tanto, correríamos el riesgo de la simplificación, lo que sería tremendamente injusto con una figura de la talla del Dr. Herrera

El Dr Herrera fue lo que solemos llamar un político de raza, un político que cultivó la alta política, aquella de concepciones ideológicas firmes, traducidas en acción política de larga duración; al mismo tiempo que una política más pedestre, con un apego radical a la coyuntura de un momento histórico determinado.

La alta política, la desplegó desde una concepción ideológica de la nación oriental, a partir de las circunstancias que le dieron origen y del posicionamiento internacional que derivó de su independencia. En ese campo, su aporte intelectual contribuyó a la concepción de un pensamiento estratégico nacional de características únicas.

Dentro de ese marco, descifró nuestro ADN como nadie, analizando las raíces del ser nacional, constituyendo un aporte sustancial a la correcta valoración de nuestra identidad nacional.

Mencionábamos también su enorme capacidad para leer la realidad, adecuándose a cada circunstancia política, demostrando siempre una capacidad de valorar las opciones disponibles y alcanzar los objetivos con pragamatismo, sin que ello significara el desapego de su concepción estratégica.

Defendió esos principios desde todas las tribunas. Desde el protagonismo político que supo crear basado en su liderazgo y carisma; desde el estudio revisionista de nuestra historia política; y desde tantas obras en las que plasmó las ideas de soberanía, independencia y nacionalismo entre tantas otras.

Entendió la causa americana como pocos, explicitando una visión continental que atravesó fronteras. Lo hizo desde un espectro que abarcó un análisis profundo de los conflictos históricos de estos pueblos, hasta un esclarecedor anti-imperialismo que no se redujo a un simple slogan propagandístico o radicalizante, y por el que sufrió un injusto escarnio. Su oposición a la instalación de una base norteamericana en nuestro territorio, es todo un ejemplo en este sentido.

Tanto en lo continental como en lo nacional, el análisis de las vulnerabilidades de nuestros sistemas políticos, lo enraizó con una aguda visión de nuestros orígenes como naciones independientes, en uno de sus libros más destacados: La Revolución Francesa y Sudamérica.

Dentro de esa línea de pensamiento, el Dr. Herrera fue un defensor acérrimo de la democracia republicana, liberal y representativa.

Lo fue desde los tiempos autoritarios de fines del siglo diecinueve, pasando por las concepciones de partido hegemónico a principios del siglo veinte, hasta la defensa de la constitución y el orden republicano como norte de toda acción política.

En ese sentido, concibió la democracia en su versión pluralista, distante de los jacobinismos polarizantes de todo sistema político, aportando un capital de gobernabilidad en las más disímiles situaciones, teniendo siempre como norte el interés nacional, desprovisto de cálculos políticos menores.

Su aporte al nacionalismo oriental no tuvo precedentes. Nunca lo concibió desde la exclusión o superioridad, sino desde una visión estratégica y geopolítica de inserción internacional de país, sin importar las campañas sucias que debió enfrentar, sabedor de la fuerza de sus razones y argumentos.
Pero el Dr. Herrera fue, sobre todo, un hombre de Partido, un Blanco desde la raíz histórica de su concepción, un nacionalista puro que, desde el vamos, luchó por las libertades civiles, la libertad electoral, por la representación proporcional y por la coparticipación política, en contra de todo exclusivismo, de forma de asegurar la inclusión de todos los actores en la vida política de la nación.

También lo fue en la defensa de los más desprotegidos, promoviendo una legislación laboral en la primera década del siglo veinte, que tuvo que esperar una década para ser aprobada por cálculos políticos menores.
Herrera; amigos y amigas; fue un pensador, un político, un intelectual, un analista con una visión estratégica del país como pocos la han tenido, y todo ello sin dejar de ser -como un libro de reciente publicación lo titula- un “Caudillo de multitudes”.

Ciertamente, Herrera fue un hombre de pueblo y como tal entendió sus necesidades para traducirlas en acción política positiva y concreta.

Y esto lo afirmamos en contraposición con aquellas visiones que lo identifican como un líder elitista, al que su intelectualidad lo alejaba de las causas populares, conceptos estos de lamentable actualidad, cuando hoy, desde parte de la política se promueve una cultura que sobrepone la mediocridad sobre los méritos.

Su recordación en este homenaje que nos congrega año tras año, nos impulsa a la reflexión sobre la actualidad de su pensamiento político.

En tiempos donde las ideas hegemónicas vuelven a ganar terreno; donde el exclusivismo ideológico y por qué no decirlo, la radicalización política se hace presente en nuestra vida política diaria,
¡qué enseñanzas podríamos extraer del Dr. Herrera sobre gobernabilidad bajo el manto del interés nacional.

En tiempos donde la política internacional de nuestro país busca eufemismos para ahorrar calificativos a algunas dictaduras; en tiempos donde el interés nacional parece estar más subordinado a proyectos ideológicos fracasados; en tiempos donde la incertidumbre es la constante en las relaciones internacionales, la vigencia de la concepción internacional de Dr Herrera, nos proporcionaría una herramienta indispensable para la política exterior.

Por lo tanto:
¡qué acertado sería que nuestra cancillería repasara su pensamiento y leyera “el Uruguay Internacional! ¡Cuanto ayudaría a disipar dudas y a esclarecer principios!

Sin mencionar lo acertado de que se promoviera, desde la educación, una mayor presencia en los textos de estudios de nuestros jóvenes.

Le estaríamos dando a las nuevas generaciones una herramienta invalorable para cultivar su capacidad analítica, en tiempos de incertidumbre política local e internacional.
Además; promoviendo un mayor conocimiento de su obra, estaríamos haciendo justicia con un hombre que dedicó su vida al debate de ideas y a la acción política en su más amplia concepción, y que además tuvo el mérito de plasmar todo ese pensamiento en obras para la posteridad, que mantienen una inalterable vigencia.

Porque precisamente; cuando un pensador puede releerse continuamente y adaptarse a los tiempos que corren, su lectura se convierte en imprescindible, y su obra navega a través de los tiempos.

Ese fue precisamente el Dr. Herrera: un político, un pensador, un revolucionario en el sentido de la producción de ideas innovadoras y en la defensa de las instituciones democráticas, un hombre llano en su contacto con sus conciudadanos.

Finalmente, no podemos obviar la trascendencia del momento político que estamos viviendo.

El país, en pocos meses enfrentará una instancia decisiva para los próximos cinco años.

En las urnas, la ciudadanía deberá optar por un modelo continuista, con pretensiones hegemónicas y agotado en si mismo, en contraposición al de nuestro Partido que determinará un giro decisivo para la sociedad toda.

El Partido Nacional, como en los momentos más difíciles de nuestra historia, está pronto para gobernar y tiene para ello la mejor fórmula presidencial, el mejor programa y los mejores hombres y mujeres preparados para ese desafío.

Abreva para ello de su rica historia y del ejemplo de honrosas personalidades como el Dr. Luis A. de Herrera, cuyo ejemplo de vida política se alinea con las mejores tradiciones democráticas y con los más grandes desafíos históricos de nuestro país.

Así como en los momentos más cruciales de nuestra historia: en la lucha por el voto universal y la representación proporcional; en la contraposición a un modelo hegemónico, en la lucha contra el autoritarismo y en tantos otros, el Partido Nacional, levanta sus banderas para recuperar una sociedad que apunte al trabajo, a los valores republicanos y fundamentalmente a un modelo de país que reconozca que su historia comienza más allá de los últimos quince años.

Por eso amigas y amigos, nos reunimos aquí cada año a conmemorar su nacimiento y por eso lo seguiremos haciendo en los años venideros, para rendir homenaje y tributo a este oriental y a este blanco, que dedicó su vida al servicio de la patria.

Lucharemos con todas nuestras fuerzas para el que el año próximo, al pie de este monumento le estemos rindiendo, una vez más, tributo al Dr Herrera desde la posición que el siempre quiso para su Partido y a la que dedicó toda su vida, desde el Gobierno Nacional.

Con las banderas de nuestro Partido bien en alto, repetimos hoy y siempre. VIVA EL PARTIDO NACIONAL, VIVA LA NACIÓN ORIENTAL, VIVA LA PATRIA.

GLORIA RODRÍGUEZ SANTO
REPRESENTANTE NACIONAL

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