Una vez más el Gobierno posterga a las personas con discapacidad
28/12/2018El referéndum constitucional en Cuba. Otra forma de retroceso democrático en Latinoamérica.
16/01/2019
- El reconocimiento del gobierno de Venezuela.
Ante la ausencia de una estrategia de Política Internacional
Uno de los ámbitos donde los países exponen con mayor elocuencia sus fortalezas y debilidades, es el de las Relaciones Internacionales.
Particularmente materializada como Política Exterior del Estado, es deseable que esté enmarcada en una visión de país, que analice su posición relativa en el mundo y a partir de ello, diseñe una estrategia que tenga la mayor amplitud de apoyos dentro del sistema político local.
Esto es válido para cualquier nación, pero cobra mayor importancia en los estados pequeños como el Uruguay, que deberán asentar su relaciones con el mundo, sobre la base de principios éticos y políticos, que operen como verdaderos cimientos de una institucionalidad seria y creíble en el concierto de las naciones.
Esto no sería impedimento para que al interior del sistema político no existan diferencias, discusiones y eventualmente posiciones contrapuestas, siempre y cuando las mismas no condujeran a vaivenes contradictorios, que debilitaran esa posición internacional del país.
Nada de esto parece estar claro en la actual administración frenteamplista.
Las constantes idas y venidas con relación al tema de Venezuela y la legitimidad de sus instituciones, constituyen el más claro ejemplo de una Política Exterior errática, que debilita y compromete nuestra posición internacional.
Contribuyen para esto dos factores. En primer lugar las diferencias ideológicas a la interna del partido de gobierno en relación al régimen venezolano.
En este sentido, no existe ninguna duda que el gobierno de Maduro se ha constituido en un régimen autoritario, que no reconoce los elementos más básicos de las instituciones democráticas.
Resumidamente enumerado: ha sustituido a la Asamblea Nacional por una ‘Constituyente’ producto de un voto de carácter corporativo, que no tuvo en cuenta ningún criterio democrático para su integración.
Acumula el poder de la justicia, el tribunal electoral y como si eso fuera poco, ha entregado armas a un sector de la población civil, para que atemorice y controle a la ciudadanía.
Ha reprimido, con costo en vidas humanas, a la protesta civil y ha montado un control total desde los servicios de inteligencia del estado, que arrestan opositores y activistas por su sola condición de tales.
Finalmente, y sin que esto sea exhaustivo, gobierna a partir del apoyo de una aparato militar de corte pretoriano, cuyos máximos jerarcas exceden mucho más de sus funciones castrenses, ubicándose en puestos públicos, gobernaciones y en infinidad de posiciones dentro del Estado.
Todo esto es ampliamente conocido por el mundo entero y seguramente también lo es por gran parte de los integrantes del Poder Ejecutivo uruguayo, con el presidente Vázquez y el canciller Nin Novoa como referentes principales.
¿Qué les impide a estos jerarcas obrar en consecuencia para con el régimen que terminan apoyando? La respuesta es simple. La correlación interna de fuerzas hacia adentro de la coalición, encabezadas por el MPP y el PCU.
En ese contexto, hemos tenido que escuchar las declaraciones del canciller diciendo que el Uruguay no reconoce gobiernos sino Estados, tirando por tierra las cláusulas democráticas firmadas en todas las organizaciones internacionales, léase OEA, MERCOSUR y UNASUR. Olvidando además acciones internacionales pasadas como fue la suspensión inmediata del Paraguay, en ocasión de la destitución del Presidente Lugo.
Continuando con el análisis de las causas del apoyo al régimen, han tomado estado público presuntas irregularidades entre los gobiernos de Chávez primero y Maduro después, con las administraciones frenteamplistas.
Sabemos que ese tema está en manos de la justica, en la que confiamos plenamente, pero también somos conscientes que el Frente Amplio votó en bloque para impedir la comisión investigadora en diputados sobre estos temas.
A esta altura poco podemos hacer para evitar este mal paso que, prácticamente en soledad, está dando nuestro país, apoyando a un régimen a todas luces ilegítimo.
No obstante, nos queda la denuncia pública de estos hechos y lo que a nuestro juicio es más importante, la lección aprendida, para que de una vez por todas, entendamos que la Política Internacional, es un capítulo esencial de cualquier Estado.
Como tal, debe necesariamente obedecer a una concepción estratégica de país de amplio espectro, representativa de nuestros valores e intereses, que deje de mirar con nostalgia y de emular revoluciones pasadas, que solo conducen a la violación de los DD. HH, las tarjetas de racionamiento, el poder militar y el exilio en masa.
Gloria Rodríguez Santo
Representante Nacional