En el día de ayer concurrimos al Centro Cachón y al Instituto General Artigas, ambos destinados a la atención de personas no videntes o de baja visión. El motivo de nuestra visita, fue conocer de primera mano la situación actual de estas instituciones, luego de la interpelación que hiciéramos a la ministra Marina Arismendi en Agosto 2015 y ante los trascendidos de un nuevo intento de traslado del primero de ellos, para mediados de este año.
Una vez en las instalaciones, fuimos recibidos por el Director de ambos centros, el Lic Jorge Salvo y la directora del PRONADIS, Sra. Begoña Grau, quienes en forma muy amable nos acompañaron durante la visita, evacuando nuestras preguntas.
Como primera conclusión, queda en claro que las observaciones que hiciéramos durante la interpelación, fueron por demás pertinentes y no un montaje político como se señaló en su momento. A modo de verificación, pudimos comprobar que la mayor parte de ellas fueron aplicadas en el nuevo centro, particularmente en lo que tiene que ver con accesibilidad y algunos servicios internos.
Esto deja de manifiesto lo inútil de la radicalización política, cuando de lo que se trata es de una instancia parlamentaria, donde la oposición, dentro de las funciones de control que le corresponden, llama una ministra a sala para que rinda cuentas sobre una política a su cargo, que claramente tenía serios problemas de diseño.
En lo que tiene que ver con la visita propiamente dicha, observamos que en forma paulatina, el Instituto Artigas se va convirtiendo en un centro de atención integral para personas no videntes y con baja visión, pero al que todavía le falta mucho para cumplir con las exigencias propias de una atención integral.
Particularmente ante nuestros requerimientos sobre el centro Cachón, se nos informó que permanecerá abierto, dando la opción a cada persona que elija el lugar de atención, lo que parece razonable. Sin embargo, no escapa a la observación más elemental, que existe una clara estrategia de seguir profundizando las mejoras en el Instituto Artigas, en detrimento del Centro Cachón, de forma que este último termine desvaneciéndose por sí mismo.
Como conclusión general, parece difícil que en el mediano plazo el Instituto Artigas pueda igualar algunas facilidades de acceso que ofrece el Centro Cachón, particularmente las relacionadas con el entorno urbano, el número de vías de comunicación y la cantidad de líneas de ómnibus disponibles, todas ellas esenciales en lo que hace al traslado, orientación, comodidades y movilidad de personas no videntes. Es de esperar, que mientras esto no acontezca, las autoridades tengan la sensibilidad necesaria para que el Centro Cachón no se convierta, en el corto o mediano plazo, en un fantasma de sí mismo.