Respecto a la polémica que se suscitó en virtud del afiche que ilustra la próxima edición de la Patria Gaucha, nos gustaría realizar algunas precisiones.
Obviamente quienes conocen nuestra trayectoria no sólo en el ámbito legislativo, sino desde la sociedad civil, sabrán que la lucha contra la discriminación ha sido uno de los estandartes que han marcado nuestra labor, incluso teniendo activa participación en la creación de la Ley N° 19.122 de 21 de agosto de 2013.
Es por ello que rechazamos todo acto que revista este funesto carácter y nos solidarizamos brindando todo nuestro apoyo a aquellas personas que se sintieron ofendidas y discriminadas por el afiche al que se hace alusión.
No obstante esto, más allá de si es oportuna la imagen para el mensaje que se pretendía brindar y sin caer en una naturalización de lo que se está graficando, nos parece está visibilizando una realidad que no debemos ocultar.
Es un deber histórico con nuestra sangre, con nuestros antepasados, el hacer visible todo lo que debieron padecer. Es precisamente esa falta de visibilidad lo que potencia, fortalece y retroalimenta a la discriminación. Estamos traicionando nuestra propia esencia si no le damos visibilidad a ese lamentable capítulo de nuestra historia, por temor a naturalizar las horribles prácticas que se llevaban a cabo.
Visibilizar y naturalizar son cuestiones completamente distintas.
Es más, la propia Ley N° 19.122, en su art. 3° establece de interés general incorporar a los programas educativos todo lo relativo a nuestro pasado de esclavitud, trata y estigmatización, promoviendo la investigación nacional respectiva; obviamente esto no pretende naturalizar estas prácticas, sino conocer nuestra historia, comprender, condenar y actuar para que nunca más se produzca alguna situación similar.
Es en esa imagen del “ama de leche”, quizás por nuestro orgullo de ser afrodescendiente, que vemos un mensaje mucho más profundo y positivo que a la época o a las prácticas nefastas a las que pueda retrotraer; vemos como esa mujer a la que tanto aborrecían y tanto maltrataban, es quien termina teniendo en sus brazos lo más sagrado que aquellos ruines poseían, sus hijos; y es de sus entrañas donde brota esa savia que le da vida a ese pequeño niño, esencia que trasciende todo y que no tiene color.
Nuestra historia se escribió con sangre y dolor, no dejemos que el temor se convierta en la excusa que condene al olvido el camino que se transitó.

Diputada Gloria Rodríguez Santo
Representante Nacional