14 de febrero de 2019
El pasado nueve de enero nos referíamos a la falta de estrategia de nuestra política exterior, con relación al principal tema regional que nos concierne en estos momentos: la crisis humanitaria en Venezuela bajo la dictadura de Nicolás Maduro.
Ha pasado más de un mes y nuestra reflexión en aquel momento no ha hecho más que confirmarse día tras día. https://bit.ly/2BA5onk
Desde una posición de neutralidad a ultranza con México, modificada 12 horas después reclamando elecciones libres bajo control internacional con la Unión Europea, hasta la reunión de ayer con el Presidente Macri, donde se da un paso más hacia la salida democrática en Venezuela, lo errático de nuestras decisiones ha sido la constante.
Al mismo tiempo que estos acontecimientos se desarrollaban y como un capítulo más de toda esta saga, nuestro canciller defendía en el parlamento todas las posiciones a la vez: definiendo la dictadura venezolana como “crisis democrática” y reconociendo una crisis humanitaria, pero, simultáneamente, sosteniendo que Maduro había sido elegido por nueve millones de votos, sin considerar proscripciones, el uso político del carné de la patria, y el militarismo del régimen, todos ellos indicadores de lo que se denomina una dictadura militar.
Pero analicemos el último de estos acontecimientos; la reciente reunión del Dr. Tabaré Vázquez con Mauricio Macri y tomemos de allí algunos indicadores que consideramos relevantes destacar.
Cuando tenemos un encuentro de mandatarios, sin prensa, sin el canciller uruguayo y en diálogo personal, estamos ante una medida poco frecuente en las relaciones diplomáticas entre estados, donde se impone la relación cara a cara, con la privacidad y confidencialidad que eso implica.
Concretamente en este caso, la visita del mandatario argentino que se traslada a nuestro país por unas horas, nos anima a arriesgar dos conclusiones.
En primer lugar, el mensaje de la región hacia el Uruguay, un país con larga tradición democrática y prestigio internacional, para que se sume a una posición más enérgica hacia el fin de la dictadura de Maduro.
En segundo lugar y entendemos lo más importante, Mauricio Macri vino en calidad de amigo del Uruguay, a trasmitirle personalmente a su colega sobre la soledad regional e internacional que arriesga el Uruguay, con su falta de definición en un tema tan sensible.
Este no es tema menor. Cuando se separó a Paraguay del Mercosur, teníamos un presidente que estaba en contra de esa medida, pero “lo convencieron”, de forma poco ortodoxa, sus pares de la época: Cristina Fernandez y Dilma Rousseff. En ese sentido es bueno agregar que en aquel entonces, se necesitaba imperiosamente el voto de Uruguay; cosa que no sucede en la actualidad.
Desde nuestro punto de vista, la visita de ayer no tuvo carácter de ultimátum, sino de un consejo desde el más alto representante de una nación hermana, que no desearía que nuestro país quedara en una posición por demás incómoda para su futuro.
Es bueno recordar y sin caer en halagos improcedentes, que el presidente Macri ya ha dado muestras de su amistad, restableciendo desde el mismo momento de su investidura la normalidad las relaciones entre nuestros países, luego de doce años marcados por la tensión y la asimetría, con el consecuente beneficio en turismo y comercio que ello implicó.
Lamentablemente nada de eso ha sido reconocido desde el gobierno, particularmente desde algunos ministros que suelen referirse al mandatario argentino con desdén y menosprecio. Sería bueno que en esta oportunidad, valoráramos su buena disposición hacia el Uruguay.
De lo contrario, una vez más las afinidades ideológicas dominarán nuestra política exterior, con la peligro, en esta oportunidad, de quedar aislados internacionalmente y de echar por tierra una muy larga tradición de defensa de la democracia en estrados internacionales, que tantos reconocimientos logró a lo largo de la historia.
Diputada Gloria Rodríguez Santo
Representante Nacional